“…Diversos autores Cavieres (2009), Donoso (2005), Falabella (2015), Rivero-Bottero (2013), Villalobos y Quaresma (2015) señalan que el sistema capitalista de mercado genera pobreza y miseria, en el que la igualdad de oportunidades para todos es una falacia que sostiene una profunda desigualdad social y educativa, por tanto, se convierte en un desafío ético discutir los derechos de los niños(as) en una sociedad que, con sus diversas leyes y documentos, los afirma, pero en la práctica no cumple. Por tanto, independientemente del género, la clase social u otras características individuales y/o sociales, la inclusión es un derecho fundamental de todos los niños y niñas y, en consecuencia, el derecho a la inclusión no puede negarse a ningún grupo social o de edad (Armijo-Cabrera, 2018;Blanco & Duk, 2019). En este sentido podemos afirmar que la perspectiva de inclusión educativa en primera infancia resulta atractiva como tema, sin embargo, funciona más como un eslogan y muy raramente se traduce en acciones continuas, integradas, transversales y significativas para los niños y niñas, en orden a sostener una mayor equidad o justicia social.…”