“…Los directores escolares afrontan un trabajo cada vez más exigente debido, en buena medida, a la aceleración del ritmo de las reformas educativas y a la presión creciente hacia las escuelas para que logren buenos resultados, algo en lo que ellos desempeñan un papel decisivo (Day y Sammons, 2013;Pont et al, 2008). Debido a la variedad y complejidad de las tareas que deben afrontar, la literatura especializada viene reclamando un cambio de enfoque de los programas de formación de líderes escolares (Weinstein et al, 2018), los cuales deberían (a) fomentar el aprendizaje autónomo de los participantes (Orr, 2011;Schleicher, 2012;Walker et al, 2013); (b) centrarse en la reflexión sobre sus prácticas, integrando la teoría en el análisis (Goff et al, 2014;Orr y Orphanos, 2011) y partiendo de problemas reales que afrontan en su trabajo como directivos (Hallinger y Bridges, 2017); y (c) facilitar la aplicación supervisada de lo aprendido a los contextos reales de trabajo de los aprendices (Dyke, 2017;Forde et al, 2013;Illeris, 2017;Walker et al, 2013). Este nuevo marco ha impulsado el coaching grupal y otras modalidades de formación que se basan también en la reflexión y el aprendizaje en grupo, donde los participantes se ayudan unos a otros con la ayuda de facilitadores especializados y también de instrumentos específicos que retroalimentan a estos participantes con la información que obtienen sobre sus perfiles y sus prácticas como líderes educativos (Lofthouse, 2019;Wright y Adam, 2015;Youde, 2018).…”