“…El mecanismo de acción antibacterial producto de todas las ER se da porque estas al penetrar su célula (Bourke et al, 2017;Misra et al, 2016;Pasquali et al, 2016), inician una interacción química (Kaluwahandi et al, 2020;Phan et al, 2017), dañando sus membranas, permeabilizándolas, dando lugar a la fuga del ADN (Kaluwahandi et al, 2020;Lacombe et al, 2015;Misra et al, 2016;Phan et al, 2017), componentes como el potasio, ácidos nucleicos, proteínas metabólicas (Stoica et al, 2014), inactivación de enzimas (Pankaj y Keener, 2017), impacto en sus fosfolípidos y peptidoglicano por la formación de peróxidos y aniones superóxidos (Misra et al, 2016) y que al evitar que las bacterias activen sus defensas (Phan et al, 2017) o realicen alguna otra actividad metabólica (Bourke et al, 2018) por la pérdida de la funcionalidad (Feizollahi et al, 2020), se provocan alteraciones vitales (Bao et al, 2020a), hasta inducir la apoptosis o muerte celular (Munekata et al, 2020).…”