“…Empiezan a entender que hay enunciados con los que el hablante no quiere dar a entender lo que dice literalmente sino que se propone transmitir algo más que el sentido literal de sus palabras (Creusere, 2000;Loukusa & Leinonen, 2008;Nilsen, Glenwright & Huyder, 2011; Nippold, 2007). No obstante, los niños de esta edad, e incluso algunos un poco mayores (8-9 años), suelen interpretar las expresiones irónicas como errores del hablante o mentiras, dado que basan sus juicios más en rasgos de la personalidad, rostro y cuerpo del hablante que en la expresión irónica en sí (Andrews, Rosenblatt, Malkus, Gardner & Winner, 1986;Bosco, Angeleri, Colle, Sacco & Bara, 2013;Dews et al, 1996;Nilsen, Glenwright & Huyder, 2011;Pexman, Glenwright, Hala, Kowbel & Jungen, 2006).…”