La agricultura, como producto turístico, se basa en una diversidad recursos que permiten múltiples usos, de lo que deriva un enorme potencial de desarrollo para las áreas rurales. Destacan el patrimonio colectivo, el paisaje agrario y el entorno rural, además del rico patrimonio gastronómico donde los productos agroalimentarios y el vino son indisociables de su historia e identidad. La oportunidad de participar en tareas agrícolas y contactar con los agricultores puede ser factible con la puesta en marcha del agroturismo, aunque ese producto no debe desvincularse del entorno rural. Las conclusiones presentadas se basan en un análisis sistemático de la literatura, buscando algunas orientaciones para la realidad de Portugal y España.