La firma hallada en la peana de la escultura dedicada a san Vicente Ferrer en Cañamero nos ha permitido documentar y sumar esta obra a las diez que Luis Salvador Carmona firmó a lo largo de toda su carrera. A esta singularidad se une el tipo iconográfico que el artista inauguró en su producción y, prácticamente, en el conjunto de la escultura barroca española, al representar a san Vicente en su doble faceta de Ángel Apocalíptico e incansable predicador. A esta segunda vertiente respondía la obra desaparecida en 1936 de la Magistral alcalaína, que le atribuimos y sumamos a la anterior como segunda versión de un tema en el que no se prodigó. Ambas partieron de un grabado de Procaccini, y presentan aspectos deudores de los dibujos que el artista hacía a partir de las telas dispuestas sobre el maniquí inventariado en su taller, lo que ha permitido su atribución.