La economía de las plataformas o gig economy, además de suponer una auténtica revolución en los mercados, está generando un impacto muy controvertido sobre las condiciones de empleo en muchos sectores, con la proliferación de nuevos trabajos precarios. Sin embargo, no podemos entender esta metamorfosis del trabajo prestando atención únicamente a la esfera de la producción y las estrategias de gestión de las empresas, sino que debemos fijar nuestra mirada en otros aspectos. Uno de ellos, esencial pero generalmente menos explorado en los análisis sobre esta nueva economía, es el del consumo. No hay gig economy sin la emergencia de formas de consumo y estilos de vida muy concretos, vinculados a la digitalización y el uso extendido de los algoritmos como nueva estrategia de segmentación de mercados. En esta contribución, nuestro objetivo es el de ofrecer una reflexión sobre la importancia que el espacio del consumo tiene en la construcción de este modelo económico de las plataformas, discutiendo sus implicaciones y mostrando su vínculo, muchas veces oculto, con el tipo de empleo que se genera.