“…El trabajo de Bradshaw y Hutton (1983) que establece el límite de los gastos asociados a consumos energéticos en el 10% de la renta, marca el origen de los indicadores objetivos basados en la dupla ingreso-gasto energético, actualizado posteriormente mediante el indicador de Hills (2012), el cual propone la definición Low Income-High Cost que incorpora el dato medio de la población (Sánchez-Guevara, Sanz Fernández & Hernández Aja, 2015). Sin embargo, en Europa se ha desarrollado otro tipo de indicadores, por ejemplo indicadores subjetivos (Healy & Clinch, 2004) o que incluyen el estado de conservación de la vivienda (Romero, Linares, López Otero, Lavandeira & Pérez Alonso, 2014), que completan con información valiosa los estudios de pobreza energética (Heindl & Schuessler, 2015). Resulta a su vez interesante el acercamiento de Moore (2012), que refiere problemas a la hora de definir la pobreza energética solamente a partir del porcentaje de los ingresos que suponen las facturas energéticas y el aumento del riesgo de mortalidad en condiciones climáticas extremas.…”