Desde hace más de una década, distintos autores como Michael Friendly o Alain Badiou han señalado críticamente la centralidad de las cifras en la representación de cualquier aspecto de la realidad material contemporánea. Uno de ellos es la violencia, la cual ha llegado a cuantificarse de distintos modos, y a comunicarse y narrarse a través de estrategias de visualización estadística que ya son familiares para todos. Hablar de número de víctimas, número de sobrevivientes, número de masacres, entre muchos otros parece un modo normal, e incluso deseado para dar cuenta de la violencia en sus múltiples formas. Sin proponerse negar el valor de las estadísticas dentro de ciertos contextos, el presente texto busca cuestionar esa tendencia cada vez más extendida a dar cuenta de la violencia a través de números y representaciones numéricas. A través de una reflexión sobre la relación entre cifras e imágenes, propongo pensar críticamente las representaciones numéricas con el fin de poner en evidencia cómo muchas imágenes han asumido, directa o indirectamente, la lógica del conteo numérico, y de pensar qué otras formas de conteo pueden producirse en las imágenes, sin que se reduzca la violencia a un problema numérico. Usando como punto de partida el caso del conflicto colombiano, el texto se propone abrir la posibilidad de un conteo no numérico a través de las imágenes.