“…El clima seguirá siendo un agente esencial, e incluso dominante en muchos casos y localidades a la hora de determinar la dinámica de la vegetación, pero ya no actuará en solitario, sino reforzado en muchos casos por actividades socio-económicas (Carrión et al, 2010). Granos de polen de cereal y otras plantas cultivadas empiezan a aparecer en las secuencias palinológicas, incluso en las procedentes de registros lacustres y turbosos (Miras et al, 2007;Pèlachs et al, 2009;Ejarque et al, 2010;López-Merino et al, 2010;Aranbarri et al, 2015;Revellés, 2017), completando la información proporcionada por los yacimientos arqueológicos (López-Sáez et al, 2009;Pérez-Díaz et al, 2018), y muy especialmente por la carpología (Zapata et al, 2004;Peña-Chocarro et al, 2005, 2018. Las proporciones de polen arbóreo-arbustivo descienden, o al menos fluctúan intensa y bruscamente, interpretándose tradicionalmente como la expansión intencionada de áreas abiertas con el objetivo de cultivar y/o pastorear (Carrión et al, 2010;López-Merino et al, 2010).…”