Si alguien tuviera que elegir apenas una idea que se encuentra tan firmemente establecida que se ha convertido en el centro mismo del canon teórico del cine documental, esa sería la del personaje en el cual se convierte toda persona que acepta participar en ese género fílmico. El objetivo de este artículo es cuestionar los presupuestos teóricos de este pensamiento hegemónico, para así reivindicar que es una persona la que es representada en esos ‘encuentros’ con Coutinho, en sus diálogos filmados, y no un personaje, alguien que surgiría a través de la intervención del “efecto-cámara” (Xavier, 2010). Lo que está involucrado aquí no es meramente un asunto de vocabulario, sino una consideración de las consecuencias aparejadas por tal convicción teórica, y también las ventajas de emplear la noción de la persona, cuando estudiamos esa clase de representación fílmica. Lejos de intentar así disminuir el excepcional valor de la poética cinematográfica de Coutinho, este texto argumenta que el acto focalizado de escuchar con todo el cuerpo de esa especie de chamán semiótico que es el director en su papel de conversador consigue el milagro secreto de enriquecer la relación con el Otro. Así, la obra documental de Coutinho consigue la re-fusión (ALEXANDER, 2004) del acto comunicacional, y ofrece la visión de autenticidad y de espontaneidad, algo que es infrecuente y muy buscado en nuestra modernidad mediatizada.