“…Es más, será la conjunción de todas esas facetas, y los valores, derechos, libertades, deberes y responsabilidades aparejados a éstas, lo que habría de ser tenido en consideración. De esta forma, se entiende que los objetivos diversos de la educación superior vinculados a las diferentes facetas del desarrollo social, como son, por ejemplo, el fomento de: la ciudadanía responsable y democrática (Nussbaum, 2002;Englund, 2002;Fernández, 2005;Mohan, 1995;Ten Dam y Volman, 2007;Rhoads, 1998;Hay y Foley, 1998;Walters y Watters, 2001;Brown, 2008;Bergan, 2011;Zgaga, 2005) -no meramente derivada de la adquisición de competencias orientadas al desempeño laboral-y los derechos humanos (Bergan, 2011;Marga, 2008), la sostenibilidad (Mayor, 2009), el diálogo y el respeto intercultural que propicien el entendimiento mutuo (Rhoads, 1998;Bruch, 2005;Morin, 1999;Bennani, 2008) y la cooperación internacional (Altbach et al, 2009), por citar algunos, si bien están entrelazados unos con otros así como con objetivos de carácter económico-laboral, no se alcanzan meramente como consecuencia de la atención particular a estos últimos a través de medidas encaminadas a la mejora del desarrollo productivo y la competitividad (Heath, 2000). Simplemente centrando la atención en los países económicamente más desarrollados -en que, se supondría, el conjunto de su población pasa menores dificultades económicas-, como casos paradigmáticos en este sentido podrían citarse, por un lado, algunos países asiáticos que vienen despuntando en materia de crecimiento económico pero no en el incremento de libertades y derechos sociopolíticos; y, por otro lado, también en algunas de las democracias occidentales ya tradicionales que, al tiempo que, como se verá, han incrementado 41 Nussbaum (2010: 30, 38) defiende que "la solidez económica no es un fin en sí mismo, sino el medio para conseguir un fin más humano", el de la estabilidad de las instituciones democráticas.…”