“…Esto es, desempeñar el liderazgo político es mucho más que la mera ocupación de un cargo o una posición formal: liderar implica incorporar un conjunto de interdependencias biográficas y sociales en el campo político configurado históricamente; pretender unos resultados que trascienden lo establecido y, por ende, ir más allá de la mera administración de los asuntos corrientes o de la gestión de los problemas rutinarios (Álvarez, 2014: 12-13). Es así como el liderazgo comporta abordar dificultades de un contexto contingente, luchar contra las resistencias a los proyectos del líder, transformar la realidad existente, vencer inercias político-institucionales e inspirar a la ciudadanía (Brown, 2018;Collado-Campaña, Jiménez-Díaz y Entrena-Durán, 2016;Delgado-Fernández, 2004;Elgie, 2015;Natera-Peral, 2001;Weber, 2007). Concretamente, el liderazgo político consiste en un proceso de interacción-comunicación entre personas (líderes políticos y seguidores) que construyen vínculos significativos y relaciones de dominación a través de diversos símbolos (lemas, discursos, ideologías, programas, acuerdos, etcétera) en el contexto sociopolítico y situación social en que se hallan.…”