“…Todas las técnicas de orientación conductual deben basarse en una revisión del historial médico dental y social del paciente, seguido de una evaluación del comportamiento (9).Ante esta realidad, la interacción entre el dentista, el paciente y los padres del paciente son esenciales para fomentar una conducta positiva 2, asimismo, aplicando diversas escalas (temperamento, comportamiento, ansiedad), que permiten evaluar y decidir qué intervención o técnica es óptima para el paciente (10). Dentro de estas escalas, destacan Frankl y Wright como pioneros en la identificación de las distintas formas de comportamiento del paciente infantil en las consultas clínicas clasificándolas en 4 tipos (definitivamente negativo, negativo, positivo, definitivamente positivo) que dieron origen a uno de los instrumentos más utilizados en odontopediatría conocida como clasificación clínica de Wright que comprende las categorías: colaboradora, ausencia de capacidad colaboradora y potencialmente colaboradora (11)(12)(13)(14)(15).…”