La Educación Superior constituye un imperativo estratégico para los países, impactando a la sociedad como un todo, siendo la formación de capital humano avanzado uno de los factores que permite un mayor bienestar de las personas y propicia la movilidad social. Es así como, en
Chile, el retorno de la educación superior, su financiamiento y la deserción, especialmente en las universidades, pasan a constituir factores claves de este proceso y, por ende, preocupación creciente de la política pública. En concordancia con el objetivo central de esta investigación, los resultados obtenidos, desde la perspectiva del estado del arte y desde su metodología, contribuyen a reafirmar los factores enunciados, generando desafíos en la discusión política y técnica del modelo de educación superior imperante.
Considerando las características de la educación superior actual y las problemáticas descritas, se desarrollan cuatro hipótesis. La primera, analiza la tasa de retorno a la educación superior en Chile, utilizando la técnica del estimador de “Diferencias en Diferencias”, estableciendo el impacto que ésta genera en la movilidad social, utilizando datos de corte transversal obtenidos de la encuesta de caracterización socioeconómica gubernamental (CASEN), para los intervalos 2003–2009 y 2006–2011, obteniendo que el salario de las personas, más su nivel de estudios,
podrían explicar un cambio en la estratificación social de los individuos. Para el intervalo 2003-2009, la tasa interna de retorno de la educación superior es positiva, con un 31,47%. Sin embargo, se evidenció que no hay mejoramiento real de ingresos para el individuo para el período 2006-2011 con un -15,47%. Por lo cual, existe un grupo de instituciones y titulaciones que no necesariamente son rentables.
Una segunda hipótesis, se relaciona con las condiciones que explican los salarios de los egresados, previas a su ingreso a la universidad o las generadas durante su desempeño en ella. De esta forma, un estudio sobre 1.108 egresados de pregrado de una universidad estatal y regional, que han financiado sus estudios universitarios con créditos estatales, correspondientes a las cohortes de los años 2005 al 2010, bajo un análisis de ecuaciones estructurales, evidenciando que el salario promedio de los egresados no se explica por su rendimiento en la universidad, sino por características anteriores a su ingreso universitario, como son sus notas de enseñanza secundaria, el resultado de su prueba de selectividad a la
universidad y, de forma muy especial, de sus resultados en la prueba de selectividad de matemáticas, es decir, con una fuerte correlación con sus habilidades cognitivas.
Una tercera hipótesis que fue contrastada, se relaciona con la segmentación y segregación territorial, que han generado las políticas de financiamiento a las universidades en Chile. Para lo cual, se examinó la política pública de financiamiento destinado a las universidades estatales y
privadas del Consejo de Rectores (CRUCH), en un análisis de correlación de variables de financiamiento actual, con datos 2011-2012, confirmando una alta correlación de los distintos instrumentos analizados. Esto, reafirma que las asimetrías y desigualdades entre las instituciones, especialmente, para las universidades estatales de regiones y sus “claras desventajas de inicio”, son producto de la entrega de recursos económicos basales en un sistema de financiamiento a la oferta, donde se mezclan instrumentos de financiamiento directo con subsidios a la demanda, becas y créditos, en un sistema altamente competitivo, destacando que el mayor aporte otorgado a las universidades de mayor complejidad, durante más de treinta años, ha impactado en el posicionamiento, clasificación, reputación y la percepción social sobre el prestigio de estos planteles universitarios.
En un sistema donde la deserción alcanza un 52% promedio, caracterizado con una cobertura creciente de créditos y becas, para estudios de pregrado, focalizado hacia estudiantes de condiciones socioeconómicas más pobres, se contrastó la hipótesis que relaciona los factores
explicativos de los estudiantes que han desertado, durante cinco años continuos. Es así, como se detectó 2386 casos de una universidad estatal y regional, durante el período 2008-2013. A partir de un análisis estadístico descriptivo, se pudo constatar que los mayores desertores son
aquellos estudiantes que fueron beneficiarios de crédito estatal (55,36%), más que los beneficiarios de becas o con una combinación de ambos. Al revisar la condición socioeconómica, se evidenció que los estudiantes pertenecientes a familias de menores recursos fueron los que presentaron mayor deserción, alcanzando los estratos (quintiles) uno y dos un 69,69% del total. Al analizar la variable género, se pudo constatar que los hombres (64,79%) fueron los que presentaron mayor deserción respecto a las mujeres. Asimismo, hay condiciones institucionales que pueden ayudar a bajar las tasas de deserción, siendo instrumento de política pública, ya que está generando importantes pérdidas, tanto para el Estado como para las familias.