Después de esta exclamación suele no ocurrir nada. El caso interesante permanece en la memoria de los que lo conocieron durante un tiempo variable y luego se va difuminando progresivamente hasta ingresar al universo de las cosas olvidadas.En ocasiones, especialmente en ambientes universitarios, algún médico joven o estudiante de medicina recoge el desafío y decide presentarlo en un congreso. Si es aceptado, es presentado como póster en menos de 10 min y ante una escasa concurrencia: un par de médicos de la comisión revisora, algunos asistentes al congreso o amigos y los presentadores de los pósters vecinos, quienes están presentes sólo porque están esperando su turno para presentar los propios. Los autores se mantendrán de pie al lado de su póster en el horario asignado, esperando que sea visitado para intercambiar experiencias. Con suerte recibirán algunas visitas con las que podrán interactuar y otras veces no recibirán visita alguna. El trabajo realizado y el nerviosismo de los días previos sólo habrán servido para agregar algunas líneas al currículum vitae y para vivir la sensación de que las horas dedicadas a preparar la presentación no se justificaron. En otras ocasiones el póster es asiduamente visitado, hay un intercambio de experiencia valioso entre el autor y sus visitantes y queda una sensación positiva después de haberlo expuesto. Habitualmente todo termina aquí. La publicación de casos clínicos presentados durante un congreso es la excepción. Sólo una pequeña proporción de ellos es publicada en los años siguientes.Otros médicos prefieren abocarse directamente a preparar un manuscrito para su publicación y obvian su presentación en un congreso. ¿Publicarlo sólo para enriquecer nuestro currículum vitae?No. La publicación de casos clínicos es la única manera de difundir las enseñanzas que han dejado, haciéndolas perdurables en el tiempo, de modo que puedan servir en el futuro a los médicos que