Los diversos aportes de Christian Plantin a los estudios contemporáneos sobre la argumentación son incuestionables y se proyectan en múltiples direcciones. Por un lado, contribuyen a visibilizar la naturaleza compleja y multidimensional de las prácticas argumentativas en diversos contextos (sociales, interculturales, educativos, institucionales, políticos, jurídicos, científicos, entre otros), desde un abordaje teórico y metodológico que se centra fuertemente en el análisis crítico de los llamados datos argumentativos. Por otro lado, desde esta agudeza analítica evalúa las numerosas teorías de la argumentación, rescatando sus puntos fuertes, pero al mismo tiempo, poniendo de manifiesto las limitaciones de sus poderes explicativos a la luz de estos mismos datos de la realidad. En relación con esto, el propósito de este artículo es rescatar aquellas contribuciones de Plantin que son particularmente relevantes para ponderar sus aportes liminares al campo educativo, especialmente, los relativos a la necesidad de un estudio integrado de las dimensiones cognitiva, emocional y social de las prácticas argumentativas situadas; visión integral que ha ido fortaleciendo a lo largo de su trayectoria académica y que se ha proyectado en el trabajo colaborativo con investigadores educativos de diferentes áreas disciplinares y en el legado recogido por discípulos doctorales. Al mismo tiempo, estos aportes son puestos en relación con otros abordajes interdisciplinares para apreciar la convergencia de su pensamiento con respecto a preocupaciones recurrentes de investigaciones que focalizan la relación entre las prácticas argumentativas y los procesos de enseñanza y aprendizaje, en diferentes campos del saber.