“…Al reconocer la naturaleza de la lesión se encuentra diferentes factores extrínsecos que influyen en su aparición como lo es la superficie del campo de juego, los guayos y entre otros, como lo indica Wong (2005) en su estudio; por otra parte, es necesario reconocer la intervención de factores intrínsecos como lo es la edad, el género (femenino o masculino) y la composición corporal correspondiente de cada futbolista, teniendo presente aspectos como anatómicos y morfológicos, en los cuales está inmerso el estado de salud, las hormonas, aspectos nutricionales, tóxicos (tabaco-alcohol), las enfermedades metabólicas, la técnica deportiva, el alineamiento corporal, la coordinación y el estado mental, como lo muestra Mufty, et al, (2015), que mencionan que tienen el mismo grado de importancia que los factores extrínsecos ya que se relacionan indirectamente entre sí. Según Sentsomedi (2015); Ford Vanmeerhaeghe y Romero Rodríguez (2013), han encontrado que el tejido del cuerpo más propenso a sufrir lesiones es el ligamentario seguido del muscular, siendo concordantes con los resultados en este estudio debido a que estos tejidos tienen mayor nivel de carga así como de activación, existiendo factores que los predispone más a la lesión como la fatiga presentada en el deportista, lo cual influye en la forma en que se controla el pie dominante respecto a los diferentes planos de movimiento, así como desequilibrios neuromusculares respecto a la pierna dominante con la pierna no dominante, déficits en el control postural y disminución de la propiocepción; que sugieren que es necesario desde los procesos de entrenamiento hacer un seguimiento específico en cuanto a las características anatómicas y biomecánicas del deportistas para involucrarlas en su prescripción y así disminuir la presencia de lesiones.…”