“…La educación superior comprende un espacio continuo de retos y aprendizaje, nutre a los estudiantes con habilidades para la vida personal y profesional, sin embargo es una fuente significativa de estrés, situación que conjuntamente con la percepción de autoeficacia del estudiante sobre su desarrollo dentro del contexto académico, puede hacer la diferencia en cómo se afronten las situaciones a las cuales debe adaptarse, condicionando el aprendizaje, permanencia y el desempeño dentro de la institución académica (García-Méndez & Rivera-Ledesma, 2021). La etapa universitaria genera cambios sobre la vida del estudiante, implica exigencias académicas, sociales y personales, que pueden ser interpretados como generadores de nerviosismo, ansiedad, fatiga, incertidumbre, tristeza, estrés y demás afecciones (Silva-Ramos et al, 2020).…”