Este ensayo examina la narrativa de una joven de ascendencia mexicana, nacida en Estados Unidos, sobre un interrogatorio al cual fue sometida al entrar a su país natal desde México, donde había crecido. Mediante su fijación en el intercambio de preguntas y respuestas, el interrogatorio divide y hasta desaparece a le sujete de la interrogación, transformando así un procedimiento burocrático en un lugar de manifestación de la soberanía estatal, clásicamente arbitraria y desmedida. A la vez, el relato del interrogatorio se anida dentro de una narrativa más amplia sobre un intento de secuestro que la narradora experimentó en México. Juntos, las interrupciones lingüísticas y los impases interactivos de las narrativas del interrogatorio y del casi-secuestro dibujan los contornos de un sistema de gobernanza transnacional, que no opera a partir de derechos diferenciados, sino de una vulnerabilidad diferencial a la violencia.