“…El desarrollo del pensamiento creativo, que hace referencia a la actividad cognitiva de formulación, construcción y resolución de problemas desde la originalidad y flexibilidad en contextos de aprendizaje y en la vida cotidiana (Carvalho et al, 2021), es una condición necesaria "para la plena inserción de los jóvenes en la sociedad contemporánea (Ferreiro, 2012, p.7). Asimismo, también la Agenda 2030 y la Oficina Internacional de Educación (OIE-UNESCO) demandan su desarrollo por resultar relevante para el mundo laboral (UNESCO, 2017, como se citó en Delgado, 2022) como "competencia transversal adaptativa y de innovación en la búsqueda y creación de soluciones a problemas" (Merchán et al, 2022;Stabback, 2016, como se citó en del Barrio, 2022, p.68).Sin embargo, se observa una brecha entre educación y creatividad (Caldera-Ortiz, 2018), que hace de la creatividad un recurso "escasamente utilizado en el contexto escolar" (Barcia, 2006, p.90), dada la inexistencia de programas y/o políticas educativas que la conciban como un valor clave en el desarrollo personal del alumnado (Delgado, 2022).…”