Fecha de envío: 16/4/2012 Fecha de aceptación: 15/5/2012 Fecha de publicación: 1/6/2012 Origen: solicitado Tipo de revisión: con revisión externa por pares
ResumenLas políticas y estrategias de investigación biomédica tienden a incentivar la participación de médicos clínicos en investigaciones biomédicas, incorporando o refiriendo a sus pacientes para ser reclutados en estudios clínicos. El análisis ético de esta duplicidad de roles requiere mantener la distinción entre investigaciones terapéuticas y no terapéuticas, e insistir que los pacientes incorporados a un estudio clínico deben continuar siendo resguardados por la ética clínica, además de la protección que les otorga la bioética de la investigación con seres humanos.Diversas voces proponen que toda persona tiene la obligación de participar en estudios clínicos, puesto que la ciencia biomédica apunta al progreso médico, al bienestar común y al uso universal de sus hallazgos. Al perderse la voluntariedad de participar en investigaciones, se erosiona asimismo la diferencia entre médico asistencial e investigador si todo paciente es potencialmente probando.Dado que la actividad científica no se orienta al conocimiento per se, sino al acopio de información que sirve a intereses corporativos, individuales y sólo eventualmente sociales, no hay justificación moral para erosionar la distinción entre pacientes y probandos, a menos que el estudio sea terapéutico y muestre expectativas razonables de beneficios médicos directos para los reclutados. En consecuencia, el médico tratante no debe utilizar sus pacientes para investigación por cuanto su obligación primaria es la de otorgar los mejores cuidados médicos, lo cual no es compatible con los rigores del método científico, sobre todo si los probandos son sometidos a orfandad terapéutica -wash-out, uso de placebos o medicación subóptima-.