La catarata es la opacidad progresiva del cristalino siendo la etiología senil, descrita como aquella que se desarrolla a partir de la sexta década de la vida, considerada actualmente como la principal causa de compromiso de la agudeza visual reversible a nivel mundial. Según datos estadísticos de la OMS el 33% de la ceguera prevenible en el mundo es secundaria a la catarata. (1) El compromiso de la agudeza visual asociado a la catarata se presenta de forma progresiva y en asociación directa al grado de opacidad del cristalino, llegando a afectar el estilo de vida del paciente y considerándose una discapacidad visual. La única forma a la fecha de corregir el compromiso visual secundario es mediante la remoción quirúrgica del cristalino con implante de lente intraocular buscando así recuperar la transparencia de los medios y una mejoría de la agudeza visual. En la actualidad y con el advenimiento de nuevas tecnologías y equipos, existen diferentes opciones quirúrgicas para su remoción; cada una de las técnicas cuenta con diferentes grados de dificultad y compromiso de los tejidos intra y extraoculares. La técnica seleccionada por el cirujano depende en gran medida del grado y tipo de catarata; pero a su vez, algunos factores pre operatorios como exámenes estructurales oftalmológicos, antecedentes patológicos sistémicos y oftalmológicos y morfología del paciente, pueden influir en la decisión de la cirugía. La facoemulsificación es una de las técnicas más novedosas que permite un remoción mínimamente invasiva de la catarata mediante su fractura intraocular y posterior remoción con instrumentos que buscan disminuir el compromiso inflamatorio posterior a cirugía y mejorar los resultados visuales. La córnea tiene una forma compleja, su configuración es más curva en el área central y más plana en la periferia lo que constituye una superficie asférica (contrario a una superficie esférica, que tiene la misma curvatura en toda la superficie).(2) La córnea humana casi siempre tiene diferencias en curvatura entre un meridiano y el meridiano ortogonal, el astigmatismo, por lo cual constituye una superficie tridimensional que además de ser asférica es tórica. El valor de la curvatura corneal a partir de la cual se calcula el poder de la córnea es fundamental en el examen oftalmológico. En la actualidad, se cuenta con diferentes opciones que permiten dichas mediciones. Los queratómetros lo hacen analizando la reflexión de cuatro puntos localizados aproximadamente a 3 mm del centro corneal separados entre si 90 grados, con lo cual puede determinar el radio de curvatura de dos meridianos ortogonales, el más plano y el más curvo. Si bien los queratómetros brindan información muy útil, son datos limitados dado que se enfocan en el área central que equivale aproximadamente un 6% del área corneal total y es aquí en donde los topógrafos corneales toman un papel vital dado que analizan áreas de hasta 6 o 7 mm de diámetro, incluyendo desde 10.000 hasta 122.000 puntos, y que además con los nuevos equipos brindan información de la cara posterior de la córnea (conocidos ahora como tomógrafos corneales), y suministran información más completa de la arquitectura de la córnea. Con las técnicas de cirugía de catarata actuales se puede modificar la arquitectura corneal induciendo así un astigmatismo residual que puede ser medido mediante los queratómetros y tomógrafos corneales. Estas medidas pueden ser pequeñas pero pueden tener al igual un impacto en la calidad de la agudeza visual postoperatoria y modificar el estilo de vida del paciente. En el presente estudio se pretenden evaluar las asociaciones entre astigmatismo postoperatorio inducido en pacientes llevados a facoemulsificación en el Centro Oftalmológico Virgilio Galvis, con las variables sociodemográficas (edad, sexo) y clínicas (queratometría promedio, cilindro queratométrico previo, poder de lente intraocular implantado, tamaño y localización de la incisión).