“…Hasta ahora, las controversias que han ido planteándose en las instituciones europeas han sido abordadas de manera parcial y fragmentada, siguiendo el ritmo de la actualidad, bien en el contexto de celebración de los distintos acuerdos (Pastor Ridruejo, 1986;Juste Ruiz, 1988;Sobrino Heredia, 2000;Milano, 2006;González García, 2006y 2010Capaux, 2007;Torrejón Rodríguez, 2013;Iglesias Berlanga, 2019;Kassotti, 2019;Stephen, 2020); bien en el de las distintas sentencias (Dubuisson y Poissonnier, 2016;De Elera, 2017;El Ouali, 2017;Ferrer Lloret, 2017;González Vega, 2018y 2022Hilpol, 2017;Ryngaert y Fransen, 2018;Wrange, 2019;Kassoti, 2020;Suárez-Collado y Contini, 2021;Ruiz Miguel, 2022;Soroeta Liceras, 2016y 2022a, y también se mencionan en trabajos de conjunto que abordan cuestiones relativas a la autodeterminación del pueblo saharaui (por ejemplo, Ferrer LLoret, 2002;Riquelme Cortado, 2011;Badía Martí, 2013), o en análisis sobre las relaciones UE-Marruecos o sobre la acción de la UE respecto del Sáhara Occidental (por ejemplo, Riquelme Cortado y Sáenz de Santamaría, 2012; Ruiz Miguel, 2013;Soroeta Liceras, 2009;Torrejón Rodríguez, 2014). Por ello, ante la novedad que supone que el criterio de representación se movilice prioritariamente en las últimas sentencias de los tribunales europeos (2021), resulta necesario revisitar esta literatura con el objeto de interrogar cuáles han sido esos argumentos y cómo han evolucionado en el tiempo.…”