“…Efectivamente, en el proceso de construcción de la identidad europea el impacto que tiene la educación, atendiendo tanto a los aspectos generacionales como a las necesidades evolutivas y a los desafíos y desigualdades políticas y socioeconómicas es fundamental, el carácter socializador que tienen las instituciones educativas (Ortega, 2015) y la cantidad de tiempo que los niños y las niñas, los adolescentes y los jóvenes pasan en ellas representan la piedra angular del motor de cambio social. La importancia de la educación en la configuración de las construcciones sociales, como la identidad, el pluralismo, la democracia y la cohesión social, ha recibido una especial atención en los últimos años tanto por parte de los gobiernos nacionales como por las políticas focales de la Unión Europea (Wilkins, Busher, Lawson, Acun y Göz, 2010), que han incrementado las intervenciones educativas dirigidas a aumentar el compromiso social. Por ejemplo, algunas áreas curriculares específicas para este fin, como la educación para la ciudadanía o la educación para la democracia, han sido estimuladas y financiadas desde la Unión Europea (Ross, 2000).…”