“…Por su parte, la titulación cursada o rama de estudio incide en mayor medida en la probabilidad de estar ocupado (Pérez-García, 2018) o de alcanzar un contrato estable (Hernández et al, 2012). En cuanto a las experiencias laborales durante la etapa formativa, bien sea trabajo remunerado o prácticas curriculares, estas tienen un valor profesional reconocido por los empleadores en el salario, siempre y cuando sean cualificadas y con mayor relación con los estudios (Beduwé y Giret, 2004); que no tengan un carácter esporádico, lo que reduce las posibilidades de desajuste en el primer empleo (Albert et al, 2018) y el hecho de no ser obligatoria pero sí relacionadas con el área de estudios redunda positivamente en una rápida inserción laboral aunque no está relacionada con mayores salarios a largo plazo (Weiss et al, 2014). Otros factores estudiados en la literatura en el proceso de inserción laboral de los egresados son las estancias en el extranjero, las cuales tienen un impacto salarial positivo en los recién titulados, por ejemplo el programa Erasmus (Iriondo, 2017) u otro tipo de movilidad internacional, que incrementa la probabilidad de empleo (Di Pietro, 2015) e incide de forma positiva en la sobrecualificación autopercibida del titulado, posiblemente ante la adquisición de determinadas competencias (Di Paolo y Ramos, 2018), aunque otros autores concluyen lo contrario al no incidir en alcanzar un contrato estable (Pinto, 2022).…”