“…Todas estas creencias no solamente implican un cuestionamiento de la capacidad y la idoneidad de las personas con discapacidad visual para ejercer un rol de cuidador o progenitor (Gomiz, 2016;Rosenblum et al, 2009) -incluso desde la propia familia, el entorno cercano o desde los profesionales de la salud (de Lima et al;2023;Herrera, 2022;Pérez-Bolívar, 2016;Molden, 2015;Cruz, 2014;Parchomiuk, 2014)-, sino que también implica que no se dediquen o proporcionen recursos para que puedan ejercerlo, como son una adecuada educación sexual, una preparación apropiada de los profesionales de la salud, etc. (de Lima et al, 2023;Gomiz, 2016;Pérez-Bolívar, 2016), que conlleva, en muchas ocasiones, aprender las tareas parentales a través del ensayo y el error (Rosenblum et al, 2009).…”