“…En cuanto a aspectos que favorecen la AT, a nivel técnico se encuentran establecer el encuadre terapéutico desde el principio (es decir, fijar los acuerdos y límites de la terapia), la escucha activa, brindar esperanza a los consultantes y explicarles que el cambio ocurre poco a poco y de manera gradual, la validación y comprensión de los sentimientos de quien consulta , así como la empatía (en la medida en que permite congruencia entre el terapeuta y el consultante, o sistema que consulta, con respecto a la problemática) (Corning, Malofeeva & Bucchianeri, 2007;Sheinkman, 2008;Anker et al, 2010). Con respecto al terapeuta, se ha encontrado que su calidez, comportamientos de exploración y valoración, buenas habilidades sociales, la aceptación que tenga frente a su responsabilidad en las rupturas de alianza y la capacidad de metacomunicarse con el consultante acerca de posibles malentendidos, son variables que contribuyen al establecimiento y fortalecimiento de la AT (Henry & Strupp, 1994;Bachelor & Horvath, 1999;Safran, Murran & Samstag, 1994); del lado del consultante variables como la motivación, las expectativas de cambio, un apego seguro, el beneficio percibido, la claridad sobre el proceso terapéutico y la percepción que tenga del terapeuta como alguien que escucha y contiene se relacionan con un mejor establecimiento de la alianza terapéutica (Gaston, Marmar, Gallagher y Thompson, 1989;Alcázar, 2007;Rondón, Otálora & Salamanca, 2009;Becker & Benetti, 2014). (Blatt et al, 1998;Corbella & Botella, 2003;Alcázar, 2007;Anker et al, 2010).…”