La distancia con respecto al país natal juega un rol muy importante en las narrativas de autores exiliados o migrantes. Independientemente de la valoración que se le otorgue en cada narrativa, la distancia se asocia a una serie de tópicos que han permitido a la crítica literaria distinguir una "estética del exilio". Así, por ejemplo, Edward Said (2003) habla de la visión en contrapunto que se desarrolla con la experiencia exílica, la cual aportaría una visión aguzada y con mayor distancia crítica tanto en relación al lugar de origen como al país de recepción. El exilio favorecería el cuestionamiento de la naturalización de las perspectivas, asociada a la permanencia en un solo lugar. El exiliado, al estar permanentemente confrontado a distintas maneras de ver, hacer y sentir las cosas, tendría la posibilidad de ampliar sus horizontes de comprensión e interpretación de las relaciones sociales y las experiencias de vida. Estas son algunas de las facetas positivas que el escritor de Barbados, George Lamming, le atribuye al exilio en su clásica colección de ensayos The Pleasures of Exile (1960), que parafraseamos en el título de este artículo.En relación a la literatura caribeña contemporánea --y más específicamente a la emergencia de la literatura del Caribe anglófono--Belinda Edmonson (1999) habla de dos generaciones de escritores claramente diferenciadas en función del destino de emigración y de la composición de género de sus autores. Carine M. Mardorossian (2002) retoma esta distinción y la hace extensiva al Caribe francés. La primera generación de escritores del Caribe anglófono y francófono se formó en las metrópolis coloniales --Londres y París, respectivamente--que en la primera mitad del siglo XX se convirtieron en lugares de encuentro de autores ansiosos por acceder al tipo de autoridad literaria asociada con Cambridge y Oxford (Edmonson, 1999) y a las oportunidades editoriales y de difusión de las que carecían en las islas de origen (Low 2002). Los exiliados formaban parte, por lo general, de ese sector de las sociedades coloniales que recibía una educación occidental que buscaba "asimilarlos" a la cultura metropolitana y del que se esperaba que actuara como intermediario entre el poder colonizador y la masa de colonizados. Sin embargo, en la metrópolis, junto con posibilidades de desarrollar una carrera 1 Resultado de la investigación realizada en el marco del Proyecto Fondecyt de Iniciación Nº 11080065, dirigido por la autora.