Guidance intervention faces great ecological, social and cultural challenges which prevent or hinder people from becoming what they are in a volatile, uncertain, complex and ambiguous society such as ours. In this environment, one of the essential functions of guidance is to transform the contextual conditioning factors and social determinants that hinder people's decision-making, self-realization and development. It is not enough to generate changes in the symptoms that evidence the problems. It is necessary to transmute the underlying structures, the mental models that sustain them and the sources responsible for generating them in order to achieve a better relationship with oneself, with others and with the whole system, as advocated by the social justice approach to counseling. From this perspective, guidance is about building critical awareness, naming oppression and injustices, questioning what is normal, encouraging people to work together and working on a variety of levels that require guidance practitioners to address the structures and systems generating the problems that people often experience as induced. One of the intervention methodologies most in line with this approach is that derived from Theory U, consisting of the classic triangle of: a) Observation: opening one’s mind, heart and will; b) Reflection: allowing one’s inner knowledge to emerge; c) Action: generating new possibilities for action, experienced and then integrated for each person and in their organizations.
La intervención orientadora se enfrenta a grandes desafíos -ecológicos, sociales y culturales-, que impiden o dificultan que las personas lleguen a ser lo que son en una sociedad volátil, incierta, compleja y ambigua, como es la nuestra. En este entorno, una de las funciones esenciales de la orientación es transformar los condicionamientos contextuales y determinantes sociales, que dificultan la toma de decisiones contrastadas, la autorrealización y desarrollo de las personas. No basta con generar cambios de los síntomas que evidencian los problemas. Es preciso transmutar las estructuras subyacentes, los modelos mentales que las sustentan y las fuentes responsables de generarlos, para lograr una mejor relación con uno/a mismo/a, con los/as demás y con todo el sistema, como preconiza el enfoque de justicia social de la orientación. Desde esta perspectiva, se trata construir una conciencia crítica, poner nombre a la opresión e injusticias, cuestionar qué es lo normal, animar a las personas a trabajar juntas y trabajar en variedad de niveles, exigiendo a los profesionales de la orientación abordar las estructuras y los sistemas generadores de los problemas, que las personas experimentamos frecuentemente como inducidos. Una de las metodologías de intervención más acorde con este enfoque es la derivada de la Teoría U, consistente en el clásico triángulo de: a) Observación: abrir mente, corazón y voluntad; b) Reflexión: permitir que emerja el conocimiento interior; c) Acción: generar nuevas posibilidades de actuación, experimentadas y luego integradas en cada persona y en sus organizaciones.