Este artículo aborda etnográficamente el actuar de las colectivas feministas estudiantiles, de cara a la problemática del acoso y hostigamiento sexual en los espacios universitarios. Trata el caso de la Universidad Autónoma del Estado de México y las más recientes movilizaciones para visibilizar la problemática. Se describe a las colectivas como partícipes de una comunidad emocional, lo cual representa un producto emergente del fenómeno. Se toma el caso de dos colectivas, “Brujas-Lenguas” y “Voces Sororas”, para evidenciar que, con su proceder, subvierten la forma común de ver el problema del acoso y hostigamiento: pasan de la conducta punible al reconocimiento de la dignidad de la víctima. El principal resultado que se ofrece es un acercamiento a la vivencia, el sentir y la organización de las estudiantes frente a los casos de acoso y hostigamiento, todo lo cual deviene en un lenguaje político que demanda una ética del reconocimiento como ruta para construir condiciones que ofrezcan a las mujeres la posibilidad de experimentarse como iguales y libres.