“…Las laderas costeras se encuentran en constantes procesos erosivos que alteran su morfología y estabilidad (Domenico & Valente, 2019) ocasionando riesgos naturales que impactan a una población y territorio de una nación (Andriani et al, 2005). La recesión progresiva de los acantilados está en función de su estructura geológica (Costa et al, 2019;Allison 2020), propiedades físicas, mecánicas (Ayt Ougougdal et al, 2020) determinadas con los ensayos de campo y laboratorio (Severo et al, 2016), mineralogía, estructura litológica (Boualla et al, 2019;Calista et al, 2019), discontinuidades del macizo rocoso (Margottini et al, 2015), historia y cambio climático (Jenkins et al, 2007, Corominas et al, 2017 y del incremento de humedad en el suelo causado por las precipitaciones disminuyendo la resistencia del esfuerzo cortante (Barbosa et al, 2020). Proponen que dentro del análisis experimental se debe investigar estas características en forma integral junto con la topografía (Hobbs et al, 2019) y para su efecto recomiendan utilizar los vehículos aéreos no tripulados (UAV) colocando puntos de control en tierra (Warrick et al, 2017;Koukouvelas et al, 2020).…”