“…Pero, además de la preocupación que genera por esta tendencia a su incremento, la fecundidad adolescente inquieta porque está documentado que: a) se asocia a problemas de salud (Lete et al, 2001;Bongaarts y Cohen, 1998); b) provoca truncamiento de trayectoria escolar (Rodríguez, 2009); c) limita las opciones para encontrar y ejercer una actividad remunerada (Buvinic, 1998); d) es mucho más frecuente entre los pobres (Rodríguez, 2008;Pantelides, 2004), pasando a formar parte del círculo de transmisión intergeneracional de la pobreza (Rodríguez y Hopenhayn, 2007); e) ha aumentado su ocurrencia al margen de relaciones de pareja estables (Rodríguez, 2009;Guzmán et al, 2001;McDevitt et al, 1996), por lo que la crianza de esos niños termina a cargo de las muchachas -muchas veces sin apoyo de sus parejas-y de sus familias de origen -típicamente de las abuelas de los bebés- (Rodríguez, 2009); f) no es infrecuente, sobre todo en la reproducción precoz (antes de los 15 años), que su origen sea el abuso o el aprovechamiento por parte de adultos (Gómez, Molina y Zamberlin, 2011;Lette et al, 2001). Por cierto, en estos aspectos el consenso no es unánime y hay debates sobre la gravedad que implica la maternidad en la adolescencia (Oliveira y Vieira, 2010;Binstock y Pantelides, 2006;Stern, 2004).…”