“…Para su dominio es necesario que el estudiante cuente con la predisposición a aprenderlo y aplicarlo, producto de que quien lo imparta, es decir el docente, promueva cierto interés o entusiasmo por su aprendizaje, provocando de forma dinámica y utilizando motivación para lograr mejores niveles de pensamiento crítico (Groß Ophoff et al, 2015). Para este proceso es necesario una adecuada actitud, la cual se desarrolla mediante los procesos educativos, fundamental para el desarrollo de competencias investigativas, puesto que conducirá al manejo de habilidades en la investigación, traduciéndose por tanto en habilidades y actitudes para aprender a aprender a aprender y aprender a hacer (Khan et al, 2016); esto se debe complementar con los conocimientos, capacidades, destrezas, rasgos y disposiciones que en conjunto constituyen la formación de competencias, no solo investigativas, sino que también en diferentes aspectos de la vida (Böttcher & Thiel, 2018); por lo que al desarrollar este tipo de actitudes y habilidades, traduciéndose en competencias en el campo de la investigación conlleva a una persona a su desarrollo como profesional con alta competencia para el manejo metodológico de los diversos problemas y procesos de la vida cotidiana al servicio de la sociedad (Díaz Espinoza & Cardoza Sernaqué, 2021).…”