La sacarosa se consume en casi todos los alimentos, su principal fuente es el azúcar de caña. El objetivo fue identificar los efectos sistémicos del consumo de sacarosa y su asociación con la respuesta inmunitaria. Se utilizó la red EQUATOR y FAIRsharing, con la directriz de Elementos Preferidos de Informes para Revisiones Sistemáticas y Metanálisis (PRISMA), a través de búsquedas manuales y sistemáticas en cuatro bases de datos: PubMed, Multidisciplinary Digital Publishing Institute (MDPI), Frontiers, Cochrane del primero de enero de 2005 al 30 de abril de 2023. El consumo de sacarosa ocasiona efectos diversos en el organismo, en el sistema cardiovascular, estimula la inflamación subclínica, aumenta la PCR, IL-6, TNF-α, IL-β, así como los niveles de leptina. Se asocia con la presencia de sobrepeso/obesidad, Diabetes Mellitus Tipo 2 y en enfermedades musculoesqueléticas. Un elevado consumo de azúcar refinada, productos ultraprocesados o azúcares añadidos, condicionan un riesgo de padecer enfermedades crónico-degenerativas incluso más que las grasas saturadas. También conduce a enfermedad coronaria, hígado graso con resistencia a la insulina, niveles elevados de glucosa, hiperlipidemia, síndrome metabólico y producción de Especies Reactivas del Oxígeno. El consumo de azúcar es seguro, no hay limitación de consumo en alimentos o prácticas de fabricación, por tanto, es importante continuar investigando los efectos a corto, mediano y largo plazo del azúcar en la dieta, su concentración ideal de consumo y su influencia en la activación y regulación de la respuesta inmunitaria.