“…La importancia del estudio científico de la esperanza radica en que ha sido positivamente correlacionada con la salud mental (Cleary et al, 2016;Park & Chen, 2016;Snyder et al, 2002;Spencer et al, 2018;Van Gestel Timmermans et al, 2010) y la salud física (Duncan et al, 2020), el bienestar psicológico (Ciarrochi et al, 2015;Pereyra, 2010), la empatía (Rosler et al, 2015;Sierra, 2007), la resiliencia (Lemay & Ghazal, 2001;Satici et al, 2020), la satisfacción con la vida (Marques et al, 2013;Telef, 2020), los afectos positivos y la creatividad (Sharma & Mathur, 2016), el sentido de vida (Bronk et al, 2009), la compasión (Yang et al, 2016), la religiosidad (Houser & Welch, 2013), el sentido del humor (Cassaretto & Martínez, 2009), el optimismo (Bailey et al, 2007;Genç & Arslan, 2021), la gratitud (Witvliet et al, 2018) y la felicidad (Sariçam, 2015). Por otro lado, la esperanza se ha relacionado negativamente con los afectos negativos, diversas patologías físicas y mentales, y la desesperanza (Snyder et al, 1991).…”