“…Los dos casos citados muestran la persistencia en el tiempo de un mismo problema: la escasa consideración de lo sonoro como parte integral de una pieza de arte contemporáneo, en un evento tradicionalmente reservado a las artes plásticas. No obstante, en los 20 años que separan ambas obras han proliferado las publicaciones en los ámbitos específicos de la historia del arte y de la museología, que problematizan la escucha y la presencia del sonido en las obras y en el espacio expositivo (Bubaris, 2014;Daniels & Naumann, 2015a, 2015bDraxler, 2009;Rainer et al, 2009;Wiens & Visscher, 2019). Algunas autoras incluso han propuesto considerar el museo como un espacio audiovisual (Voegelin, 2014:120) o bien como un espacio históricamente multisensorial (Classen, 2017;Howes, 2014;Pascual-Leone & Levent, 2014), perspectivas que ciertamente contribuirían a enriquecer la interpretación de casos como los arriba citados.…”