INTRODUCCIÓNSe ha reconocido internacionalmente que el cambio climático introduce una mayor variabilidad climática (PARRY et al., 2007), la cual aumenta la incertidumbre sobre el régimen hidrológico de los cursos de agua e impacta negativamente la disponibilidad del recurso hídrico (BATES et al., 2008), por ejemplo introduce cambios en el patrón de caudales y cantidad de agua en los ríos (WHITFIELD et al., 2002) e intensifica los eventos extremos (STOTT et al., 2004). Con el objeto de disminuir, evitar, o sacar ventaja de estos posibles impactos se promueve desde la esfera política y científica la definición de estrategias de mitigación y adaptación (SMIT & PILIFISOVA, 2003;PIELKE et al., 2007).Ambas estrategias actúan complementariamente para hacer frente a este fenómeno, y buscan cambios conductuales y culturales por parte de todos los miembros de la sociedad. El primero, precisa cambios que conduzcan hacia la disminución de los gases de efecto invernadero (GEI) y de esta manera disminuir o frenar los impactos del cambio climático (SEMENZA et al., 2008) y, el segundo, tomar consciencia y realizar acciones tendientes a cambiar cualitativamente el curso del accionar antrópico, orientando el desarrollo de la economía y la sociedad hacia la sustentabilidad y de esta forma hacer frente a los impactos inevitables del cambio climático.De este modo, la investigación del cambio climático requiere de una línea de estudio que aborde la percepción de los ciudadanos, ya que la aplicación exitosa de cualquier estrategia, tanto de mitigación como adaptación, exige comprender el nivel