“…Respecto a los factores de riesgo, se destaca: Edad avanzada, tabaquismo (Yang et al, 2017), alcoholismo, que si bien la asociación aún no es clara, puede extenderse más allá de la abstinencia alcoholica, puede estar relacionado a deficiencias nutricionales o tener un marcador desconocido para el desarrollo del delirio (Wood et al, 2017), actividad física baja, bajo índice de masa corporal (<18,6 kg/m2), discapacidad auditiva, fibrilación auricular, antecedentes de accidente cerebrovascular, insuficiencia renal crónica, trastornos del sueño, depresión, antecedentes de delirio, medicación con benzodiazepinas, medicamentos neurolépticos, analgésicos opioides y múltiples medicamentos, polifarmacia, la cual se asocia con aumento de los eventos adversos, mayor interacción de los medicamentos y aumento de los costos (Garpestad y Devlin, 2017), la infección al torrente sanguíneo, inserción de catéteres y drenajes (Dittrich et al, 2016) y finalmente, el adormecimiento o somnolencia identificado con un RASS -1 (Boettger et al, 2017). Por otra parte, los factores precipitantes del delirio fueron la cirugía de emergencia, cirugía abierta, los catéteres permanentes múltiples, uso de analgésicos opioides y benzodiazepinas, la admisión a la unidad de cuidados intensivos (UCI), el ingreso a la sala de emergencias (Kim et al, 2016;Mori et al, 2016), puntaje SOFA (≥14) (Yang et al, 2017), y el delirio hiperactivo genera estancias más cortas y una menor mortalidad hospitalaria.…”