Descubrimiento de Chile, de Pedro Subercaseaux (1913), representa la primera expedición española en el país encabezada por Diego de Almagro. Concebida para el Salón de Honor del Congreso Nacional, es una de las pinturas de historia más emblemáticas del arte chileno. El cuadro fue sometido a un exhaustivo análisis por parte de un comité de científicos, antropólogos e historiadores para evaluar su exactitud histórica, lo que constituye una inusual expresión del cientificismo positivista del momento. Asimismo, se analiza en el contexto político de la celebración del Centenario (1910) como parte del discurso legitimador del parlamentarismo oligárquico. La reconciliación con la etapa colonial, la identificación con los conquistadores españoles, así como la representación subordinada de los pueblos originarios, son elementos propios de la autovalidación de la élite chilena en un momento clave de conformación de la identidad nacional.