“…Esta misma situación coincide con Palacio y Paz, quienes registraron en el 2011 que el 70% de aplicadores de plaguicidas no contaban con EPP, el 54% refirió ingerir sus alimentos en el mismo lugar de la aplicación -cultivosy la gran mayoría afirmó bañarse entre 30 minutos y dos horas después de la jornada de trabajo, mientras que una quinta parte lo hacía en el canal del agua junto a los sembrados (90,95) , reflejo de una subestimación del riesgo que puede provocar su apatía u optimismo irracional (96) . Dicha sobrestimación del riesgo, no solo se debe al bajo nivel de escolaridad de los trabajadores agrícolas lo cual se reporta en diferentes estudios (36,44,47,59,63,66,67) , sino también se evidenció que se relaciona con aspectos culturales y procesos de capacitación frente al manejo y exposición de los mismos; con respecto al primero, autores como Damalas y Koutroubas (97) , y Jin, et al (98) coinciden en que la toma de decisiones frente al uso de plaguicidas que enfrentan los trabajadores agrícolas así como el uso de EPP, están determinadas no sólo por el conocimiento de las consecuencias hacia la salud y sino también de los aspectos culturales, económicos y políticos estableciéndose en el sector agrícola marcos de acción aprendidos y moldeados en el tiempo, los cuales definen umbrales aceptables de riesgo.…”