El objetivo es analizar la migración climática desde Mesoamérica, integrando factores sistémicos de pobreza, pandemia, desastres ambientales, dilema de supervivencia, inseguridad y violencia dentro de una perspectiva de género. Desastres climáticos han aumentado los riesgos sistémicos y generado procesos en cascada por insuficientes políticas gubernamentales de prevención, mitigación y adaptación. Adicionalmente, políticas norteamericanas anti-migrantes, una militarización de las fronteras y el crimen organizado han aumentado la violencia regional, forzando a personas pobres a emigrar dentro de caravanas. Durante estos trayectos, las mujeres, por sus apoyos, han alcanzado mayor equidad, justicia y capacitación en condiciones altamente adversas. Estos aprendizajes han generado reconocimiento y normas culturales más incluyentes, que fueron aplicados aun cuando los migrantes fueron repatriados hacia sus países, donde han promovido una economía del cuidado. Esta permitió adaptarse a desastres climáticos y participar en la política local, donde se han promovido prácticas productivas sustentables que han mejorado la economía e igualdad en la sociedad. Están superado pobreza extrema y patrones patriarcales violento-discriminatorios al mejorar la economía familiar y proteger a la comunidad ante impactos climáticos crecientemente más severos.