“…Asimismo, la literatura ha identificado diversas formas de precariedad, según la etapa laboral o la jerarquía académica que se ocupe (Perez y Montoya, 2018;Steinþórsdóttir, 2019). Por ejemplo, Téllez (2018) denomina periodos de «aguante» a la etapa inicial, donde la meta de conseguir un contrato estable ya no se cumple con la obtención de credenciales curriculares, sino que demanda también una alta producción científica, generación de redes y amplias estrategias contingentes de disponibilidad y movilidad laboral (Touhouliotis, 2018). A medida que avanza la carrera académica, no obstante, la precariedad e inestabilidad laboral no desaparece, sino que se desplaza a otros ámbitos de la vida académica, pudiendo centrarse por ejemplo en la presión colectiva e individual por la adjudicación de fondos o en la obligación de publicar resultados en revistas específicas de alto impacto, condicionando las trayectorias científicas (Gill, 2009).…”