El estado nutricional infantil es vulnerable ante crisis alimentarias, especialmente en zonas rurales; además, la falta de conocimientos en alimentación y patrones de consumo poco saludables aumentan el riesgo de malnutrición. La educación alimentaria focalizada y el aprovechamiento de cultivos tradicionales locales, como el amaranto, pueden favorecer la nutrición y seguridad alimentaria, enriqueciendo la cultura alimentaria local. Los objetivos del estudio fueron promover el consumo de amaranto a través de educación alimentaria para observar su efecto sobre indicadores nutricionales de niños y presentar la metodología implementada para fomentar el aprovechamiento de este recurso alimentario en la zona del estudio. Se planteó un diseño mixto, explicativo y longitudinal. Se realizó una evaluación basal a nueve niños entre tres y ocho años de Tochimilco, Puebla, quienes consumieron 20 g/día de amaranto reventado como complemento de platillos caseros durante cinco meses; se implementaron talleres alimentarios individuales y se monitoreó la antropometría y patrones de consumo. A través de la educación alimentaria focalizada en las familias, el amaranto se visibilizó y fue consumido en la dieta regular; aún en contingencia sanitaria permaneció disponible, accesible y estable en el paisaje alimentario familiar. Su ingesta y diversificación de platillos aumentaron en todos los casos, después de la educación alimentaria. Sobre los indicadores antropométricos, siete casos mejoraron y finalizaron con diagnóstico saludable, pero dos casos finalizaron con sobrepeso. Se concluyó que la educación alimentaria focalizada ayuda a incorporar al amaranto a la alimentación regular y posibilita el mejoramiento del estado nutricional de niños aún en crisis alimentarias.