La presente investigación aborda la crítica social ordinaria en Chile como un proceso que puede contribuir tanto a la reproducción del statu quo como al cambio social, a partir del análisis de las interacciones comunicativas en seis grupos de distintas clases sociales que participaron en un juego de clasificaciones. El enfoque de la sociología de la crítica de Luc Boltanski y el enfoque morfogenético o M/M de Margaret Archer son los principales referentes teóricos para el análisis, pues permiten una comprensión de la crítica en su contexto social de realización distinguiendo distintos niveles de la realidad social donde esta opera.Siguiendo la distinción realizada por Boltanski, se propone diferenciar entre una crítica de tipo reformista y otra radical. Esta diferencia se asocia con los principios de justicia que sostienen los individuos según pongan en cuestión el orden social dominante o no. La variante reformista es la más frecuente en los juicios críticos de los participantes y se asocia a procesos de reproducción del orden social. Los principios de justicia son sistematizados en tres grandes marcos de referencia basados en tres formas de igualdad: de oportunidades, de trato y de posiciones. A través de estos marcos se condensan los principios normativos de los juicios críticos que se formulan hacia distintos objetos de la realidad social. Los resultados muestran que los objetos de crítica se encuentran en tres ámbitos principalmente: laboral, educacional y subjetivo. Adicionalmente, se plantea que la reflexividad juega un rol significativo en la crítica social, siendo un aliciente de su producción. En esta dirección, las críticas radicales son infrecuentes, aunque ilustrativas sobre una mayor elaboración de la crítica, asociándose a momentos de mayor reflexividad.Por último, se muestra que es posible posicionar a la crítica como un fenómeno que tiende a reproducir sus condiciones de producción, es decir, el contexto social desde el que emerge. Aquello apunta a que la crítica ordinaria de las clases medias y la clase de trabajadores manuales refuerza los principios de justicia asociados al orden dominante y así contribuye a legitimar distintas formas de desigualdades sociales. En esta dirección, se vincula la crítica social con procesos de morfostasis social.