“…La idea de inclusión, en la práctica, no ha cambiado significativamente la de la enseñanza de alumnado con necesidades educativas especiales (Arnaiz y Guirao, 2015;Paju et al, 2016). En este proceso hacia la inclusión cabe señalar que la demanda de los docentes para satisfacer las diversas necesidades de sus estudiantes ha aumentado enormemente en los últimos años, tanto por la propia diversidad del perfil como por los contextos de incertidumbre y cambio surgidos a partir de la pandemia sanitaria (Slee, 2019;Pilson, 2022) y las preocupaciones de este colectivo deben abordarse para promover la inclusión en las escuelas (Pit-ten et al, 2018;Saloviita y Schaffus, 2016). Concretamente, un ambiente inclusivo exitoso requiere que los maestros reevalúen sus estilos de enseñanza y sus actitudes hacia los estudiantes (Nosal Santos, 2016;Valdés Morales et al, 2018), siendo uno de los principios claves el compromiso del profesorado; compromiso que debe partir de un cambio en sus actitudes que conlleve a un cambio real en las prácticas educativas (Echeita Sarrionandia, 2021 y 2022), logrando un cambio real en la educación y no sólo un espacio de escolarización en el que perviven distintos colectivos impermeables (Slee, 2012).…”