EDITORIALEn el año 1989 comencé a realizar mi tesis doctoral en departamento de Bioquímica y Biología Molecular IV de la facultad de veterinaria de la Universidad Complutense de Madrid. Mi trabajo versó sobre un tipo de moléculas denominadas diadenosin polifosfatos, que parecían interesantes porque en el sistema nervioso central se comportaban como neurotransmisores (1). Estas moléculas, aunque poco conocidas, parecen intervenir en un núme-ro importante de procesos biológicos. Desde el punto de vista molecular, los diadenosin polifosfatos son compuestos que están formados por dos adenosinas unidas entre si por una cadena de fosfatos. A estas biomoléculas se les suele denominar de forma abreviada como ApnA donde «n» es el numero de fosfatos que puentea ambas adenosinas.Cuando por avatares de la vida comencé a trabajar en la Escuela Universitaria de Óptica de la Universidad Complutense de Madrid comencé a valorar la posibilidad de investigar el papel de estas molé-culas en el ojo. Comenzando por el papel de estas sustancias en el control de la presión intraocular y su presencia como componentes naturales del humor acuoso, los resultados pronto apuntaron a que algunas de estas sustancias podían ser reguladores naturales de la presión intraocular (2). Sin embargo pese a que este aspecto es sin duda relevante, uno de los aspectos más sorprendentes de la importancia de los diadenosin polifosfatos en el ojo ha sido su papel en la superficie ocular.En primer lugar ha resultado grato comprobar que tanto en los modelos animales como en la lágri-ma humana, los diadenosin polifosfatos, en particular Ap 3 A y Ap 4 A, son componentes intrínsecos de la misma (3). Se ha podido observar que las lesiones superficiales producidas por un cuerpo extraño, cicatrizan con más rapidez cuando está presente el Ap 4 A, puesto que este compuesto acelera la migración de las células epiteliales de la córnea cerrando rápidamente las heridas corneales (4). Este nuevo aspecto es muy atractivo porque podría pensarse en emplear estas moléculas para facilitar la cicatrización tras una operación de cirugía refractiva.Un tema candente cuando hablamos de la superficie ocular es sin duda alguna el ojo seco. Siempre complejo y controvertido, dada su diversa etiología y su dificil diagnóstico dada la escasa correlación entre los signos y los síntomas, esta patología advertida por tanta gente no goza de un tratamiento eficaz, entre otras cosas por las dificultades que existen en su diagnóstico (5-7).Recientemente los estudios realizados en numerosos pacientes con ojo seco han demostrado que existen variaciones significativas en las concentraciones de Ap 4 A tanto si los pacientes presentan lagrimación normal como si son de lagrimación baja. En ambos casos, la concentración de Ap 4 A se encuentran muy incrementada. Dicho con otras palabras, los niveles de esta sustancia varían independientemente de la etiología del ojo seco. Tanto es así, que los niveles de Ap 4 A normales se ven incrementados en los individuos con ojo seco y lagrimación normal hasta 5 vec...