“…Es así que consciente de los problemas medioambientales que acarrean los desechos industriales en el sector construcción, numerosas son las investigaciones que han buscado agregar estos residuos al hormigón para mejorar algunas de sus propiedades (Pacheco-Torgal et al, 2012, como fibras poliméricas (Vélez-Herrera et al, 2016 o naturales (Martínez-Barrera et al, 2013o Guo et al, 2018, polipropileno (Yang et al, 2015), Nylon (Orasutthikul et al, 2017), caucho de neumáticos (Gupta et al, 2014), residuos plásticos de envoltorios y adiciones de Acrilonitrilo Butadieno Estireno ABS (García de los Santos et al, 2013), adiciones de Policloruro de Vinilo PVC (Costa del Pozo, 2012). Y también están los estudios del análisis de la factibilidad de fabricar hormigones más livianos con residuos de Polietileno Tereftalato PET para mejorar la aislación térmica (Gaggino et al, 2007) o mejorar su porosidad (Mendivil-Escalante, 2017), para mejorar y evaluar al ataque de sulfuros (Nikbin et al, 2016), con bolsas de plásticos para mejorar la permeabilidad a la penetración de cloruros, la carbonatación y la absorción capilar (Gómez et al, 2011), PET provenientes de botellas recicladas y que se comparan con fibras de polipropileno (Kim et al, 2009) o PET que se comparan con polietileno de alta densidad (Tafheem et al, 2018).…”