“…Si bien el presidente Xi hace especial hincapié en los efectos benéficos del proyecto, subrayando los principios de paz y cooperación, apertura e inclusión en los que se basa (Clarke, 2017), no hay que descuidar las políticas reales que se aplican en la región que nos corresponde, donde la implantación de la iniciativa coincide con una cada vez más rígida aplicación de medidas de control político, ideológico y social (Béller-Hann, 2008;Castets, 2015;Leibold & Grose, 2016;Clarke, 2017;Millward, 2018a). Pese a los indudables beneficios económicos regionales -la tasa de crecimiento del PIB de XUAR ha superado la media nacional desde 2003 (Clarke, 2017: 4)-, las estrategias asimilacionistas que los acompañan -esto es, la implementación de procesos de sinización, léase hanización de la población, a través de medidas de represión de marcas identitarias autóctonas, como las lingüísticas, religiosas, tradicionales, etc.-son igualmente evidentes: se materializan a través de políticas migratorias -incentivos económicos para que ciudadanos Han se establezcan en el territorio-económicas -exclusión de parte de la población de ciertos ámbitos laborales-, sociales -guetización, separación-y policiales -control y represión de manifestaciones del pueblo Uigur (Clarke, 2017: 4).…”