Donde las abejas melíferas comparten territorio con los humanos, se utilizan prácticas más o menos sofisticadas para cosechar miel. Esquemáticamente, distinguimos la recolección de miel, la caza de abejas o la captura de enjambres, y la cria de abejas. Estas categorías de actividades pueden coexistir en el mismo territorio y afectar a una o más especies al mismo tiempo. En general, el mantenimiento de las prácticas de cosecha resulta de un apego muy fuerte a las tradiciones ancestrales o la imposibilidad de domesticar a las abejas. La caza expresa un deseo de apropiación de la colonia por quienes la descubren, lo que la protege de la destrucción deliberada. Lo mismo es cierto para trampar enjambres. En todos los casos, la domesticación puede considerarse como un nivel superior en la evolución de las prácticas, ya que los humanos pueden multiplicar artificialmente enjambres, mantener o aumentar su ganado y obtener mayores rendimientos de miel que una colonia en la naturaleza. A partir de encuestas etnozoológicas que hemos realizado en Perú, Brasil, Cuba, Nepal y Australia, mostraremos cómo la domesticación de las abejas puede enfrentar especificidades geográficas, históricas y culturales. Para hacer esto, hemos construido una cuadrícula de criterios categóricos para determinar un valor de índice y formar una nube de puntos comparando las prácticas de recolección o caza / captura con las prácticas apícolas. El resultado produce una línea de regresión decreciente que demostraría que la racionalización de las prácticas conduce a una disminución de las tradiciones de recolección y caza.